Posiblemente, la Cumbre de Presidentes de América en Cartagena, Colombia, será recordada como la más opaca hasta ahora. Y una de las más embarazosas para los Estados Unidos. No sólo por el vergonzoso asunto de la relación de algunos agentes de seguridad con prostitutas. 
La cumbre se saldó con nítidas divergencias políticas entre USA y Canadá con el resto del continente con respecto a la futura inclusión de Cuba y el apoyo a la Argentina por las islas Malvinas ocupadas por Gran Bretaña.
Por otra parte, la ausencia del grupo radical del ALBA (Venezuela, Ecuador y Nicaragua) le brindó una oportunidad al anfitrión, Santos, de ganarse un lugar como un moderador pragmático pero con principios (al condenar firmemente el bloqueo a Cuba) simultáneamente.

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