Es tiempo de cerrar otro año. Como nunca fui bueno haciendo inventarios de todo lo que pasó para balancear, solo voy tomar un acontecimiento significativo de carácter internacional (en Argentina todos sabemos que el tema fue la reelección por abrumadora mayoría de la Presidenta, sobre lo cual habrá muchas ocasiones de volver).

Si por algo se destacó, 2011 fue el año de "el Pueblo ocupando la Plaza Pública"; la revista Time acertó por una vez. En Túnez, en Egipto, en Israel, en Europa y en los Estados Unidos, gente que antes parecía dormida, pusilánime o conformista, de pronto tomó las calles para decir "ya basta".

¿Tuvieron éxito en este emprendimiento sorpresivo y no planificado? Todavía es difícil decirlo. En algunos lugares sus esfuerzos produjeron cambios de maquillaje en los gobiernos mientras lo sustancial del sistema que los impulsó a las calles permanecía tal cual. El voto de las mayorías no activistas le dio una oportunidad a una caterva de tecnócratas o a partidos religiosos que hasta entonces se escondían en las sombras.

En otras partes -como en Libia- el auténtico deseo de un cambio democrático fue aprovechado por una cínica coalición de anticuadas potencias imperialistas para armar la base propagandística de una grosera intervención, enviar armas a reaccionarios monárquicos y obtener un triunfante retorno colonial. Habiendo aprendido la lección en cabeza ajena, el régimen sirio recurrió a métodos bien probados: matar a los manifestantes antes de que tomen impulso.

Incluso en los EE.UU. el desarrollo del movimiento Ocupa Wall Street, que floreció a todo lo ancho del país, no está claro. El aumento de la represión por las autoridades de varias ciudades, junto al clima de la temporada invernal, se combinaron para poner un freno a la presencia de activistas en las calles. Pero, de todos modos, este tipo de acción política no se puede mantener indefinidamente. Por lo menos, no sin un claro objetivo a conseguir.

El año que llega, con su elección presidencial pendiente, mostrará si aquellos alcanzan algún resultado. Sea el "Fin del Capitalismo" (difícil), sea una mejora en la justicia social, o sea -en caso de que fracasen- una represalia derechista. 

Si puedo imaginar algo deseable de conseguir tras toda la lucha, sería que se rompiera el círculo vicioso que liga a la política con los grupos de presión de los ricos, que impiden que la gente obtenga de sus representantes los objetivos para los que los votaron. No es mucho, si se quiere; pero, como dije antes, hay que tener en cuenta al público mayoritario, el cual no está listo para ir tan lejos como la valerosa vanguardia activista. La verdadera prueba para esta última sería mostrarle a las masas un cambio que ellas pudieran entender y mostrárselo como asequible y deseable como una base sana para ulteriores progresos. Con esto en mente, creo que la presión debería enfocarse en la Corte Suprema para que permita las restricciones a las donaciones corporativas que hasta ahora viene rechazando; o -en su defecto- que renuncie.

Esta es la razón por la que elegí la famosa frase del malogrado revolucionario italiano Antonio Gramsci. Encarcelado, aislado de sus seres amados y de sus amigos; torturado por su cuerpo enfermo y por las maquinaciones de sus carceleros, la empecinada voluntad de su indomable corazón mantuvo con vida a su portentoso cerebro, pensando y escribiendo para las generaciones que vendrían después de que su desafortunada y breve vida terminara.

Esperemos que sus herederos en este tiempo tengan la lucidez para elegir atacar las posiciones correctas y el coraje para conquistarlas.

Hace dos décadas, cuando implotó la Unión Soviética, la opinión prevaleciente en la prensa -así como en la academia- era la de que había llegado el tiempo para un mundo unificado o "globalizado".

A tono con ese espíritu, una serie de instituciones y foros "globales" pasaron a estar al orden del día. Algunos de ellos (como la Organización Mundial de Comercio) emitieron regulaciones respaldadas por sanciones, mientras que otros (como el Foro sobre el Cambio Climático o la Corte Penal Internacional) no pudieron evitar ser ignorados por las naciones poderosas, según sus propios intereses. Los escépticos y "globalifóbicos" salieron a las calles a protestar contra este "Nuevo Orden Mundial", que parecía más bien un "mundo para los ricos y exitosos".

Lo que pocos parecían poder decir era cómo se podría torcer esta tendencia. El ingreso de nuevos grandes jugadores (China, India, Brasil, Corea) a la arena global, parecía suficiente evidencia de una tendencia irreversible. De tanto en tanto, una crisis local o regional (México, Rusia, el sudeste asiático o Argentina) salpicaba el cuadro, pero el núcleo de la dinámica económica mundial permanecía intocada. Hasta que lo impensable ocurrió.

Conmunmente se asume que Nouriel Roubini fue el único economista que previó con exactitud la inminente crisis. Puede que esto sea verdad en el corto plazo. Pero otros observadores ya habían descrito los mecanismo por los cuales la continua espiral financiera era insostenible en el largo plazo. Y no sólo entre los grupos trotskystas marginales que suelen predecir un apocalipsis revolucionario todos los años. Mauricio Prelooker (muerto en 2001), un economista autodidacta, que daba cursos en sindicatos argentinos, fue uno de ellos. Entre otras fuentes había estudiado en detalle las "ondas largas" de Kondratieff y los "ciclos económicos" de Shumpeter.

En tanto el ahogo financiero de la Argentina se agudizaba desde 1995, Prelooker abogaba por el uso de una "moneda inconvertible" transitoria que permitiera poner en marcha el aparato productivo estancado para evitar la dolorosa devaluación y el salto al vacío del "default". Tiempo después de que se hicieran realidad ambas amenazas, tuve la ocasión de sacar las consecuencias de sus previsiones en un artículo que publiqué en Abril de 2002. Entre otras cosas decía (disculpen la inmodestia):

La crisis que comenzó en las economías industriales periféricas y tiene al Japón paralizado desde hace años ha sido eludida -hasta ahora- por los Estados Unidos apelando al viejo truco de emprender, una tras otra, sucesivas guerras de alcance limitado. Estas mantienen reanimada por un tiempo su producción industrial con bajo costo político. Pero éste es un recurso limitado y -en la visión de Prelooker- una debacle semejante a la de 1929 está contenida en la naturaleza autodestructiva del capitalismo globalizado. Por eso el futuro cercano es el de un "capitalismo desglobalizado" circunscripto a unos pocos bloques económicos defensivos.
Algunos de estos "bloques defensivos parecen estar en marcha con un diseño más flexible y cuidadoso que los acuerdos globales de "libre comercio con metas de inflación" de décadas anteriores, que resultaron una camisa de fuerza para economías de muy diferentes niveles de tecnología, productividad y recursos. Mientras Obama trata de seducir a sus nuevos socios asiáticos (excluyendo a China), los países de América Latina han venido desarrollando foros económicos y políticos desde los cuales velar por las necesidades de cada miembro (excluyendo a EEUU y Canadá) y sus relaciones mutuas.

Si algo es deseable para Europa (antes de que estalle la violencia callejera que se viene) es que mande al desván el fallido Tratado de Maastrich y lo reemplace por uno más realista con (por lo menos) dos "velocidades".

PD: Por supuesto que cité el párrafo que mejor podía sostenerse después de diez años. Pero ¿qué gracia tendría un blog si no pudiera hacerlo?

PD2: De paso, recomiendo esta entrevista al gran Eric Hobsbawm, quien dice algo muy parecido sobre la globalización y las crisis periféricas de los noventa.

 Esta caricatura la hice algunos meses atrás para ilustrar esta nota, pero no me decidía a postearla hasta que la muerte de Hitchens (un periodista y polemista inglés muy famoso en EE.UU.) me permitió conocer algunos detalles y entender mejor las conflictivas posiciones de este grupo.
Enarbolando el estandarte de la Ilustración y usando a Darwin como ariete contra el retorno de la religión a las aulas (como teoría del "Diseño Inteligente" de la vida), estos ateos militantes (el término inglés "atheists" es más gráfico de su actitud) son, sin embargo, defensores del liberalismo económico y en algunos casos -el de Hitchens en particular- de la criminal intervención militar norteamericana en Irak y contra toda "tiranía opresiva"(es decir, islámica).

La parábola de Hitchens era un acertijo: de militante de un partido trotskista inglés a la Casa Blanca de Bush Jr., su punto de inflexión parece haber sido la hesitante respuesta de la izquierda europea ante la "fatwa"(condena a muerte) lanzada por el ayatolla Jomeini contra el escritor Salman Rushdie en 1989 por sus ofensas al Islam. Su sentido de urgencia parece haber sido tan apremiante que en 1990 se había opuesto a la primera (y legítima) Guerra del Golfo, cuando Hussein era el dique (dictadura laica) contra el fundamentalismo religioso iraní. En 2003, en cambio, parece haberse convencido de la necesidad de empezar en Irak con la tarea de llevar "la Libertad y la Democracia" a todo el Medio Oriente. El resultado, ya sabemos, fue la muerte de cientos de miles de vidas inocentes, el caos y el florecimiento del terrorismo fundamentalista, precisamente allí donde antes no existía o estaba reprimido.

Ya dos años atrás me había sorprendido la agresividad con la que estos modernos darwinianos atacaban a la religión y las "pseudociencias" (incluídos Freud y Marx). Una serie de conferencias en Chile para el aniversario de Darwin lo ponían bien en claro. Así, la inventora de la "Psicología Evolucionista" Leda Cosmides, pretendía explicar las conductas económicas del presente como la herencia genética de la especie durante el proceso de hominización por selección natural: los hombres salen a "cazar" negocios mientras las mujeres "recolectan" compras en el shopping. El ridículo postulado remataba con el consejo de que "cambiar el mundo está bien, pero teniendo en cuenta a Adam Smith antes que a Marx". Para mí, esto es "darwinismo social" disfrazado; Spencer, no Darwin.


Durante el siglo siguiente a la publicación de "El Origen de las Especies", el Evolucionismo había sido abrazado por el movimiento socialista como fundamento científico del cambio social progresivo. La religión quedaba relegada a los reaccionarios e hipócritas. Pero con la expansión colonial del Imperialismo algo cambió: las ganancias obtenidas con la explotación de los recursos de las colonias pudo empezar a gotear hacia los obreros de los países centrales mientras los "pueblos atrasados" eran explotados con la excusa de llevarles "la civilización" con la complicidad de una casta local privilegiada.
Con el tiempo, surgieron grupos intelectuales que buscaron una vía independiente para democratizar las ventajas tecnológicas occidentales. Frente a la alianza de las élites indígenas con las potencias capitalistas, quedaban dos opciones: alguna forma de nacionalismo laico-socialista o un renacimiento religioso modernizante.

En ninguna parte este conflicto fue más claro que en Medio Oriente. Durante las décadas del 50 al 70 los intentos del primer tipo fueron implacablemente combatidos por Occidente; desde el moderado Mossadegh en Irán hasta el belicoso Nasser en Egipto, mientras se financiaba a sus adversarios religiosos. El resultado fue el florecimiento del sectarismo religioso islámico: Khomeini, la Hermandad Musulmana, Hamas, Hezbolla, el Talibán, Al Qaeda, etc. y un renacimiento paralelo del fundamentalismo "judeo-cristiano" en Occidente, teorizados oportunamente como "Choque de las Civilizaciones".

Gente como Hitchens y sus amigos neo-darwinistas se sintieron honestamente horrorizados por la perspectiva de ser barridos por el tsunami religioso y salieron a luchar por la herencia de la Ilustración sin dejar de ponerse del lado del Imperialismo y el Capitalismo Globalizado contra el terrorismo islámico. Su ceguera les impide ver su parte de responsabilidad en la radicalización de las masas bombardeadas ante la continua agresión recibida. El fracaso de los "Nuevos Ateos" es el de quienes quieren comer la torta y conservarla entera. Es decir: disfrutar de los beneficios del Capitalismo Globalizado y conservar impoluto el pensamiento libre al mismo tiempo.
Como los acontecimientos en el lado oriental del Atlántico no muestran signos de recuperación de la crisis en el corto plazo, Obama recordó sus raíces hawaianas y redescubrió su vocación por el Pacífico.

De modo que convocó a algunos países costeros del gran océano a una conferencia en su isla natal y luego inició el acostumbrado viaje de "buena vecindad". 
Precedido -como también es costumbre- por un "profundo" artículo de su Secretaria de Estado, enunciando los fundamentos para una asociación regional de Libre Comercio. Como se acostumbra, fue recibido con diplomática cortesía. 

El problema es que un pacto de Libre Comercio con los EE.UU., no tiene mucho que ofrecer para las economías asiáticas más dinámicas que, de todos modos, ya se benefician de un superávit comercial; y lo tiene muy dudoso para las otras, como la experiencia mexicana en el NAFTA se los ha mostrado.

Por otra parte, las intenciones estratégicas de esta iniciativa se transparentaron con el anunciado incremento de tropas norteamericanas a ser estacionadas cuando se lo contrasta con algunas frases de la pieza de Clinton, como:
Así como Asia es crítica para el futuro de los EE.UU., unos EE.UU. comprometidos son vitales para el futuro de Asia. La región está deseosa de nuestro liderazgo y nuestros negocios.; tal vez más que nunca antes en los tiempos modernos.
Entonces, es de China de lo que estamos hablando ¿no? Estamos hablando de cómo contrarrestar la natural expansión de la influencia del gigante asiático (y acreedor de la deuda norteamericana) hacia su vecindad inmediata. 

El uso de la palabra "liderazgo" es la clave. Ella provocó una respuesta de incomodidad (apenas disimulada en este artículo de Asia Times) entre quienes se consideran lo suficientemente adultos como para ser "socios" de los EE.UU. paro que no buscan su "liderazgo". Ciertamente, sí lo hicieron tras la 2ª Guerra Mundial; pero el tiempo de MacArthur ya pasó, así como pasó el tiempo para esta clase de pactos multilaterales que fueron la norma durante la Era del Capitalismo Corporartivo, de cuyo fin la crisis actual es apenas un síntoma.

El primer signo de ese fin fue la fallida iniciativa para un Tratado de Libre Comercio para las Américas (ALCA) durante la Cumbre Presidencial en Mar del Plata en 2005. Ello marcó una derrota humillante para George W. Bush y el comienzo de crecientes acuerdos institucionales y financieros entre los países sudamericanos, con resultados más fructíferos para ellos.

El segundo signo es el berenjenal europeo, que anuncia el fin del Euro y el retorno a políticas nacionales independientes, más acordes con las propias necesidades. En el futuro aguardan acuerdos bilaterales o multi-laterales restringidos entre países de desarrollos semejantes.

El tercer signo será el fracaso de este sueño trans-Pacífico mal concebido. Esperemos que el sueño no se convierta en pesadilla si llega al poder otra pandilla conservadora y trata de repetir en el Sudeste Asiático el desastre que antes hicieron en el Medio Oriente.

Cuando me encargaron ilustrar una nota sobre los problemas que tienen a Obama casi exhausto, no pude menos que recordar una tapa de la revista Time que me golpeó hace años, allá por 1978:


Unos días después, cuando empecé a leer un largamente postergado libro de Harold Bloom, el mandarín de los críticos literarios norteamericanos (Presagios del Milenio, 1996), me sentí golpeado de nuevo por su profética visión de la posible reacción ante las consecuencias sociales de un período conservador prolongado. Cuando quise buscar citas de ese libro en la web me golpeó por tercera vez darme cuenta de que nadie parecía haber advertido los paralelos con el Presente.

Algunos pasajes del prólogo que me parecen relevantes:
1996-2004 podría seguir siendo el reino de Newt Gingrich y, de este modo, convertirse en un nuevo shock del futuro; una Coalición Cristiana (con algunos seguidores judíos del campo neoconservador) que podrían revocar gran parte de las libertades reconocidas por la Constitución a través de una serie de enmiendas y devolvernos a los Estados Unidos decimonónicos de los 'barones ladrones', los grandes plutócratas que se enriquecieron mediante la explotación indiscriminada de los recursos naturales y la corrupción.
Unos Estados Unidos que se rebelaran en las calles para mantener el estado de bienestar, con(tra) un Evangelio Virtual Gingrichiano impuesto por la fuerza y fundado sobre el monopolio de la información, bien podrían originar un gnosticismo a gran escala de los humillados y ofendidos, que se alzarían para afirmar y reclamar la semilla divina que hay en sí mismos.
Quienes no estén familiarizados con esa alusión al Gnosticismo, tengan en cuenta el festival de manifestaciones multiculturales que acompañaron a los ocupantes del Zucotti Park, desde cabalistas judíos, pasando por vegetarianos o practicantes de Yoga; las cuales, para Bloom, son formas livianas de gnosticismo heredadas por nuestra cultura, con períodos de aparición recurrentes.

Si a alguien le interesa, podría tratar de explicarlo en otro post, ya que es algo que me ocupó y sobre lo que ya he escrito antes, sin siquiera enterarme de los textos de Bloom al respecto.
Esta ilustración fue hecha hace unos meses para una nota que adelantaba una evaluación de la actuación del Sr. Bergoglio al frente del episcopado católico argentino. La conclusión de la nota era que su rigidez lo llevó a terminar derrotado en las batallas libradas contra las iniciativas gubernamentales para ampliar derechos civiles postergados, como el Matrimonio Universal.

Sin embargo, si la nota fuera escrita hoy, posiblemente sería otra la conclusión. Justo antes de dejar su cargo, el Sr. Bergoglio puede sonreir con satisfacción al ver que el intento de discutir una iniciativa para despenalizar el aborto queda congelada hasta el año próximo, mediante una triquiñuela parlamentaria (anular un despacho de comisión por mal recuento de los votos). Y -lo que es peor- con la vergonzante ausencia de la mayoría de los integrantes oficialistas de esa comisión; aparentemente por indicación de la propia Sra. Presidente.

Ya se sabía que Cristina Fernández tiene motivos de índole personal para oponerse a la despenalización del aborto, aún cuando es más que seguro que no ignora las gravísimas consecuencias que para la salud física de sus compatriotas más pobres tiene la imposibilidad de acceder a la protección del Estado ante situaciones límites (abuso marital, violación, inexperiencia). Su propio Jefe de Gabinete ha sido explícito al respecto.

Pero el problema puede ser más grave que una postura discutible de salud pública, La gravedad potencial del problema se hace patente cuando un funcionario de peso en el armado político del Frente para la Victoria, como el gobernador del Chaco, hace explícita su opción por la lealtad a sus creencias religiosas por encima de su juramento de lealtad a  la  Constitución y las Leyes por las que fue elegido al cargo.


Un proceso de transformación de las condiciones  económicas y sociales de un país no se juega solamente en el plano económico y político. La ecuación del dominio que las clases poseedoras de los resortes económicos ejercen sobre las clases subordinadas incluye un componente ideológico que permite imaginar (o bloquea) los límites de lo lo que en esa sociedad puede ser cambiado o, por el contrario, se considera inalterable. 

Y no puede decirse que los integrantes peronistas del Frente no tengan experiencia histórica sobre las consecuencias de subordinarse ideológicamente a la paternidad de la jerarquía católica (sin negar por ello las posturas y el trabajo valioso de muchos de los integrantes de esa grey, laicos o no). Después de alimentar por un tiempo la continuidad de los privilegios obtenidos por la Iglesia desde los años '30, el gobierno de Perón se encontró envuelto en un conflicto por la dirección ideológica del país que lo fue deslegitimando. Cuando el conflicto por fin estalló violentamente, el pueblo llano, que adhería políticamente al gobierno y reconocía los beneficios obtenidos, se vio desconcertado por una elección entre lealtades opuestas para la que no había sido preparado, acostumbrado como estaba a percibirlas como una unidad.

La sociedad de hoy no es la misma que la de entonces, ni entre la clase trabajadora urbana (no me atrevo a afirmar lo mismo de muchas zonas rurales) ni en sus capas medias, como el debate sobre el divorcio y el matrimonio universal lo demostraron. Pero difícilmente esa disposición pueda cristalizarse en una postura explícita si quienes deben ejercer el liderazgo y la docencia preparatorias, renuncian al debate y aceptan sin discutir los principios dogmáticos de una institución que -tarde o temprano- utilizará la plataforma que se le cede para lanzarse a ampliar el territorio bajo su control.

El Cardenal Bergoglio puede, pues, retirarse de sus funciones con el espíritu reconfortado: el huevo de la serpiente que deja en su nido se encuentra a salvo y preparándose para eclosionar cuando llegue el momento.

A algunos les parecerá extraño que el primer post tras el arrollador triunfo oficialista en las elecciones nacionales esté dedicado a quien quedó segundo, cómodamente lejos. Pero todo tiene una explicación: es lo que me encargaron en el diario. Tal vez se trate de un mecanismo psicológico compensatorio que permite  renovar fuerzas instalándose desde ahora en un futuro deseado. Lo que en inglés llaman "wishful thinking".  Aquí se puede acceder a las notas que presentan esa esperanza.

Por mi parte, debo admitir que, desde ya, me parece un progreso para el sistema político argentino que la principal voz de la oposición deje de estar representada por las desmesuras místicas u oportunistas -según el caso- de Carrió, Alfonsín, Solanas o Duhalde. O -como me dijo un querido familiar- "lo voto a Binner para que dentro de cuatro años la opción no sea Macri". Y me parece válido.

No se trata de que yo me haga ilusiones sobre la capacidad de los agrupados en el FAP para traspasar las limitaciones de la tradición socialista argentina, nacida al calor de la expansión del modelo agroexportador y el evolucionismo positivista del s.XIX. Esas limitaciones ya se expresaban en la ambigua actitud de Juan B Justo al encarar la empresa pionera de traducir a Karl Marx y, al mismo tiempo, rechazar sus aspectos más originales y conflictivos; los que ponían en riesgo su programa de avance hacia el progreso social apegándose fielmente al marco institucional existente. O -como diría J.P. Feinmann- con temor a ensuciarse con el barro de la Historia.

Sin embargo, no todas las etapas de cambio histórico deben ser necesariamente de lucha violenta. Como bien señalaba Gramsci, una nueva legalidad también incluye un momento de construcción de un nuevo consenso en el que los diferentes intereses de clase alteran su subjetividad y asimilan nuevas escalas de valores que antes les parecían inaceptables.
Ocurrió cuando la generación de Roca (tan discutible en otros aspectos) impuso el "sentido común" de que la educación pública y la vida privada de los ciudadanos quedarían fuera del control religioso. Hoy, la  Unión Industrial ya está dicutiendo la forma (pero no el derecho) en que se va a establecer un grado de participación de los trabajadores en las ganancias de las empresas.

En ese sentido, que el marco institucional en el que se despliegue el debate esté liderado por interlocutores racionales en lugar de apelaciones catastróficas a metáforas apocálípticas es un progreso, como dije, que merece ser bienvenido.
¿Cuál habría sido el destino de Steve Jobs -luego de abandonar la Universidad- si hubiera nacido en otro tiempo y lugar? No estoy tratando de minimizar la personalidad de Jobs ignorando su fuerte carácter, ingenio, creatividad o cualquier otra de sus virtudes abundantemente elogiadas tras su muerte.
Tampoco estoy tratando de disimular su adaptación darwiniana a las leyes salvajes del Capitalismo: matar o morir. Sólo estoy tratando de balancear sus características individuales con las del medio ambiente que encontró.

Este artículo especula con que en otros lugares (algunos países europeos y casi todos los latinoamericanos) la red de regulaciones existente (como la prohibición de fabricar mercancías en un garaje, por ejemplo) habría frenado su instinto empresarial, llevándolo al fracaso (¿alguien se imagina un mundo sin Apple?...brrrr!). La obvia intención del articulista es celebrar la vía liberal norteamericana al Capitalismo y pedir desregulaciones en otros lugares. Sabemos bien lo que eso significa: ausencia de protección a los derechos de los trabajadores, su salud y seguridad. Todo por el bien de la tasa de ganancia del capital. Una vez que se trasciende el estado fabril del "hágalo Ud. mismo en un garaje" y se interna uno en la competencia capitalista, se deja de ser un individuo para converttirse en un actor social, forzado a jugar según las reglas para sobrevivir. No importa cuáles sean sus sentimientos.

Otro factor clave para que una empresa debutante pueda medrar sin un gran capital inicial, es hacerlo en una rama nueva cuya tecnología esté poco difundida. A fines de los setenta, la electrónica estaba basada en los transistores, y la revolución del chip era difícil de adoptar por parte de las grandes empresas (como IBM) orientadas hacia el mercado corporativo. El campo de los consumidores familiares estaba vacante para que los Jobs y los Gates pastaran y crecieran. Pero, en última instancia, ellos tuvieron que luchar para sobrevivir destruyendo a la competencia y explotando a sus trabajadores (inclusive si terminan suicidándose al saltar por las ventanas de la fábrica, como ocurre en la de China que produce los artículos de Apple).

Por último -pero no menos importante-: sí, la desregulación importa. Las medidas desregulatorias fueron iniciadas por Nixon (poco antes de la invención del chip) en un desesperado esfuerzo por salvar a los capitalistas del estancamiento hacia el fin de la Era Keynesiana de posguerra. Empezó por abandonar el patrón-oro para el dólar y continuó facilitando la emisión de acciones sobre hipotéticas ganancias futuras (particularmente, para empresas financieras cuyo "producto" era negociar con acciones). 
La llamada "Reaganomics" (modelo económico de Reagan) y sus continuadores significó el frenesí de este modo de crear riqueza virtual; lo cual a su vez se tradujo en la creación de una monstruosa red de deudas impagables, ni siquiera vendiendo todos los bienes existentes en el mundo.

Y ese es el secreto detrás de la crisis actual: que alguien tiene que ceder; y una parte de todas esas deudas o riqueza virtual tendrá que desvenecerse en el aire.
Para romper con la parálisis y el mal de ausencias. va (con un poco de retraso, es cierto) un trabajo con varias notas de análisis de lo que dejaron las PASO en cuanto al panorama de nuestro sistema político. El domingo se verá si en las elecciones definitivas se confirma o desmiente este análisis.

Joseph Nye, acádemico y asesor de quienes toman decisiones a largo plazo en EEUU, creó una analogía sencilla para entender la situación de su país cuando su posición de "superpotencia única" empieza a declinar. Así como en computación hablamos de "hardware" (las máquinas) y "software" (los programas), él habla de "hard power" (el poder militar y económico) y de "soft power" (el poder cultural y académico).

En su visión, los EEUU estarían declinando en el primero, pero lo compensarían con la gran capacidad que tienen sus universidades de atraer a las mejores inteligencias del planeta. Haciendo otra analogía -esta vez, histórica- podría decirse que ese tipo de "premio consuelo" ya lo experimentaron griegos, romanos, franceses e ingleses, entre otros. La influencia cultural alcanzada por un Imperio deja su huella, pero los pueblos que disfrutaron -al menos, en parte- de los beneficios de una posición dominante, sufren la decadencia en carne propia.

Esta nota del Dr. Ciapuscio se refiere a la idea de Nye y señala que el atractivo cultural norteamericano ya empieza a ser desafiado por China, con su red de Institutos Confucio distribuidos por todo el mundo, para atraer estudiantes. Pero hay más.
David Gosset, un francés multicultural experto en temas asiáticos, publicó hace poco en el periódico Asia Times un largo ensayo en el que agrega a la analogía del profesor Nye un tercer concepto que encuentra en la matriz  del pensamiento  estratégico de la élite dirigente china. Se trata del "poder sutil", un concepto holístico y contextual que rompe con la bidimensionalidad anterior.

Tratándose de sutilezas, no es sencillo describir en qué consiste ese "poder sutil", pero su ensayo analiza los que serían los cinco principios organizadores del mismo. Para quienes no leen habitualmente en inglés, hay una pasable traducción española de este ensayo. Aquí adelantamos la introducción general a la idea del "poder sutil":

Menos espectacular que el poder duro, más intangible que el poder blando, el poder sutil pretende conformar un contexto que maximiza la eficacia de las dos dimensiones tradicionales de poder. Mientras el poder duro actúa directamente - incluso por la fuerza - para imponerse y el poder blando atrae y recoge, el poder sutil establece el entorno en el que el poder duro y el poder blando pueden producir efectos óptimos.
La extraordinaria capacidad de China para contextualizar prepara a los principales responsables del país – ciertamente,  al nivel del Grupo Líder Reducido de Relaciones Exteriores del Partido Comunista de China -  para tener un enfoque holístico de los asuntos mundiales. Esto no debe interpretarse como una negativa a adoptar una posición clara sobre ninguna cuestión en particular, sino que debe entenderse como la prudencia de considerar cuidadosamente cómo las acciones en un tema concreto pueden afectar al equilibrio de todo el sistema. Mientras el poder duro y blando analiza y selecciona los casi interminables componentes individuales del juego del poder global, el poder sutil aprehende sintéticamente sus interacciones.
Estoy lejos de ser un experto en geopolítica y en la cultura china. Pero veo el camino tomado por la elite china para lograr un rápido crecimiento, como uno que se entrega al modelo norteamericano de capitalismo, en lugar del europeo (la explotación absoluta de los trabajadores, la falta de protección social y el derroche de recursos por parte de la minoría de los ricos y una clase política cerrada). Mantengo mis dudas en su capacidad para evitar las crecientes tensiones sociales que se le avecinan.

En cualquier caso, no puedo ver este modelo grosero y poco democrático de sociedad como muy "sutil" para con su propio pueblo, y desde luego, no me siento demasiado ansioso por verlo dominar a nivel mundial y como un modelo exitoso para otros.

(Nota: los "lemmings" son pequeños roedores que -supuestamente- regulan su población arrojándose en masa por los abruptos acantilados árticos).

Después de los ataques del 11 de Setiembre de 2001, la histeria por ejercer una pronta represalia condujo al pueblo norteamericano hacia el abismo de la guerra sin fin, la pérdida de las libertades civiles, la debacle moral, la deuda monstruosa y el caos económico. Bin Laden no podía haber soñado con un éxito más completo.

No estoy discutiendo acá quién fue la verdadera mente maestra detrás de los ataques. Estoy contestando a la respuesta del "sentido común" expuesto por la mayoría de los dibujantes editoriales estadounidenses en ese momento. Era la primera vez que yo veía una colección de trabajos de mis colegas norteamericanos y quedé horrorizado: un montón de águilas jurando venganza mientras aguzaban sus garras. La libertad de opinión incluye ciertas responsabilidades y, en este aspecto, la reacción superficial de entonces carga con una cuota por el actual estado del mundo.

A modo de balance quisiera recomendar este texto de Noam Chomsky. Una idea en  el texto me parece de importancia primordial:
Los ataques de Setiembre de 2001 fueron el cierre de un círculo abierto otro  11 de Setiembre pero de 1973. El del golpe contra Salvador Allende orquestado y financiado por la dupla Nixon-Kissinger, que inició una cadena de dictaduras militares en Lationoamérica con el objeto de acabar con las reformas sociales nacionalistas en la región e imponer un régimen económico neoliberal abierto a la inversión financiera especulativa.
Esto, a su turno, derivó en Estados endeudados, incapaces de auxiliar a sus ciudadanos más débiles y limitados a la función policial de reprimir las previsibles protestas y el incremento de la tasa criminal. La perfecta pesadilla del "darwinismo social" que ahora está sobrevolando sobre los Estados Unidos.

En el año 2005 el gobierno neuquino de Sobisch contrató sin licitación y por decreto secreto un Plan de Seguridad. La principal beneficiaria fue la empresa Damovo SA (presidida por Manuel Requejo García, amigo de Macri). El futuro Jefe de Gobierno de la Ciudad Autónoma estuvo en el lanzamiento del Plan, que fue también el de su alianza política con Sobisch.
Hace dos años el diario Río Negro presentó un recurso de amparo para que los contenidos del decreto se hicieran públicos, lo que acaba de ocurrir.
Los detalles de esta cara amistad, en el Río Negro de hoy.





































Aunque habitualmente no leo en detalle el New York Times, cuando me erncontré con esta nota de uno de los norteamericanos más ricos proclamando que él y todo su grupo social ya habían sido beneficiados por los recortes de impuestos por demasiado tiempo, no pude menos que prestarle atención.

El artículo no se limitaba a mostrar lo escandaloso de las cifras (admitiendo que él pagaba proporcionalmente mucho menos impuestos que sus empleados). También se ocupaba de demostrar con tablas históricas la falacia de que, si se le aumentan los impuestos a los ricos, se perjudican las inversiones y la creación de puestos de trabajo.

Por contraste, este millonario y filántropo excéntrico dejaba al desnudo la ignominia rastrera de los políticos que estuvieron debatiendo cuánto iban a exprimir a su pueblo con los recortes presupuestarios y -de paso- a qué velocidad iban a arrastrar a su base económica al abismo de la recesión, que nosotros conocimos hace diez años. Pero ni demócratas ni Republicanos discutieron por otra cosa que los detalles de grado; ni una voz se atrevió a cuestionar el dogma de que, ante la crisis de la deuda pública, el Estado debía recortar sus gastos.

Y no se trata de la carencia de voces autorizadas (Krugman, Stiglitz) que invocar, ni de referencias históricas (Roosevelt, Argentina misma) de salidas de otras crisis estimulando el consumo (disminuyendo la pobreza) en lugar de lo que están haciendo. Es -por si hacía falta- la confirmación de que en el sistema político norteamericano lo que no está corrupto está muerto.

Para remachar el clavo, mientras los colegas súper-ricos de Buffet le respondían con un estruendoso silencio (no supe de ninguna respuesta polémica), sus equivalentes franceses tomaban la oportunidad de mostrarse patrióticos y solidarios con una declaración de su disposición a pagar una tasa impositiva especial para capear la crisis.

No se trata de hacer el panegírico de ninguna supuesta "conciencia social responsable" de unos u otros capitalistas, sino de ver que, aún dentro de una misma clase, puede haber más de una lógica en la defensa de sus intereses. Y que mientras una es capaz de generar una estrategia en la perspectiva de preservar al sistema, otra se aferra al dogma del máximo beneficio al más corto plazo. Aunque eso signifique despeñarse en el caos a paso firme.

Esta ilustración fue hecha para una nota de hace un tiempo, pero creo que esta es una buena ocasión para postearla.
La nota hace una especulación atendible sobre la recurrencia al pasado como apoyatura para la política presente; una práctica muy frecuente.  Para contrastar, menciona la asunción de Frondizi y los escritos de Alberdi, tras la caída de Rosas, por su apelación al futuro. 
Hilando un poco más fino, podríamos señalar que ambos (cada uno en su rol) fracasaron por no representar el proyecto de por lo menos alguna de las fuerzas sociales actoras de su momento histórico.

Es decir, cuando todavía no está resuelta la cuestión del Poder, entendido como el modelo de desarrollo que una clase consigue hegemonizar sobre otras (construyendo un bloque histórico junto a otras clases subordinadas que encuentran su lugar en ese modelo) no es extraño que se apele a líneas de continuidad ideológica con un pasado que brinde el arquetipo con el cual identificarse.
Y la apelación ideológica tiene un papel más relevante cuando ese proyecto ni siquiera consigue todavía ser completamente asumido como propio por la clase supuestamente beneficiaria de él. 
Un viejo problema de sociedades dependientes como las nuestras -prácticamente organizadas desde el exterior- en las que la burguesía industrial no llega a constituirse como clase autónoma, saliendo de la sombra de la burguesía agropecuaria.
De ahí el carácter bonapartista de todas las representaciones políticas, quienes a menudo terminan pedaleando en el aire, abandonados a su suerte por las fuerzas sociales que los acompañan sólo hasta la puerta del cementerio.

Sin embargo, en el largo plazo, la perspectiva no tiene por qué ser pesimista. Los cambios históricos han ocurrido y -pese a la dureza de los intentos retroactivos forzados- no han podido ser suprimidos. Aunque no ha desaparecido la negativa a derivar una parte de la renta agrícola hacia la industria cada vez tiene menor capacidad de seducción. 
Y no, precisamente porque los supuestos "capitanes de la industria" hayan alzado su voz claramente ante cada imprecación troglodita lanzada desde la tribuna ruralista sino, más bien, porque una "mayoría silenciosa" de las clases subordinadas (quienes viven de su trabajo, del valor agregado y su circulación en el mercado interno) no come vidrio en el momento de tomar una decisión en el cuarto oscuro. Queda para el arte de la política seguir sieendo un vehículo adecuado para canalizar ese proycto y no dejar que la tentación burocrática o individualista termine convirtiendo al vehículo en un obstáculo.
La ya prolongada crisis del Capitalismo en los países centrales de la economía "globalizada" tiene como subproducto ideológico el ascenso a los extremos en la retórica política. Aunque sería más apropiado hablar del descenso hacia la barbarie por parte de los publicistas de la derecha y los medios de comunicación masiva. 
Así, cualquier intento de sostener la protección social de la población en riesgo (es decir: de cobrar impuestos a los más ricos) es desaforadamente atacado como un intento de imponer supuestas dictaduras comunistas.
Cuando ese terrorismo mediático prende en individuos los suficientemente lábiles como para actuar en defensa propia contra el "peligro inminente", asistimos a episodios desastrosos como la masacre noruega o el movimiento norteamericano del "Tea Party" que, con menos espectacuradidad aparente, está generando hechos de gravísimas consecuencias; como arrastrar al Partido Republicano a una política irresponsablemente suicida cuyos efectos -a mediano plazo- se harán sentir a escala mundial.

Por eso es interesante registrar la producción intelectual de sectores "paleoconservadores" capaces de confrontar la realidad social desde su propia óptica, pero sin caer en los delirios del ala extrema.
Esta nota registra las advertencias de Evgeny Morozov (un exiliado de la Belarus pos-soviética) contra la idealización del poder transformador democratizante de las redes sociales cibernéticas. Frente al entusiasmo generado por las "revoluciones Facebook" de Túnez y Egipto, este columnista de Foreign Policy nos recuerda que, para que esos movimientos populares se pusieran en marcha, hubo antes razones materiales de súbito encarecimiento de los alimentos y desempleo de sectores laborales calificados (generados -no lo olvidemos- por los desequilibrios de la especulación financiera). Por la misma razón critica la ingenuidad con la que fueron encarados las "revoluciones de color" contra regímenes como los de Irán y la propia Belarus, los cuales también fueron capaces de emplear las redes sociales para detectar y detener a sus opositores. 

Lo que no dice (pero queda implícito en su planteo) es que esos regímenes autoritarios mantienen un cierto grado de seguridad social estatal frente a la amenaza desintegradora que significa la apertura irrestricta al capitalismo financiero que prometen los evangelistas de la libertad.

La notoria intervención del rabino Sergio Bergman junto a Mauricio Macri ha tenido una virtud. La de transparentar la divergencia de intereses de clase al interior de la comunidad judía que fuera borroneada por el posmodernismo financiero de los '90 (Beraja) y el shock traumático del bombardeo de la AMIA. El discurso de Sergio Burstein denunciando el espionaje de Macri-Palacios y la complicidad de Bergman provocó la incómoda reacción de la DAIA ante la "politización" de los Familiares. Es decir, revelando que la solidaridad de clase tiene primacía sobre la tan cacareada "solidaridad comunitaria". Se les cayó la máscara.
             
Este dibujo fue hecho hace unos meses para el periódico Nueva Sión, el cual tituló la nota ilustrada "¿Qué hemos hecho para merecer a Bergman?". Nueva Sión fue parte de mi primera formación política (hasta mis 16 años). Fue fundado en 1948 por un grupo de jóvenes militantes de Hashomer Hatzair, el movimiento juvenil kibutziano de izquierda inspirado en las teorías marxistas juveniles de Ber Borojov (sus escritos posteriores ortientarían la línea nacional-laborista de Ben Gurión). Entre los fundadores de NS estuvo un tío mío y su primer director fue Jacobo Timerman.

El año anterior (1947) cuando las Naciones Unidas enviaron una comisión a Palestina (bajo Mandato británico), la propuesta de Hashhomer Hatzair (junto a intelectuales árabes y judíos) fue la de proclamar un Estado Binacional. Las NU optaron por la partición en dos estados y la guerra subsecuente (contra ejércitos árabes dirigidos por ingleses) obligó a relegar esa postura. Se formó el partido Mapam (hoy, Meretz) del cual yo formé parte hasta 1969, cuando muchos de mi generación lo abandonamos ante el evidente conformismo del Partido con la situación colonial creada tras la guerra del '67. En estos días, Meretz ha lanzado una campaña de boycott a las mercancías producidas en los territorios colonizados desde entonces, desafiando una ley aprobada en la Kneset (Parlamento israelí) que hace pasible de sanciones semejante acción "antipatriótica". Una decisión valiente y digna, aunque tardía.

Todo este relato sirve para mostrar que todo conflicto y toda sociedad está atravesada horizontalmente por posiciones ideológicas y de clase, ya se trate de la comunidad judía, como del nacionalismo sionista o palestino y tarde o temprano esas divergencias salen a la luz.
Hoy en día es habitual identificar al Sionismo con su ala derecha hegemónica en Israel por su prolongada alianza con los intereses imperialistas.

Pero hay un sector de la izquierda radical norteamericana que va más allá, pasando indistintamente del relato izquierdista tradicional a un relato conspirativo "moderno", en el cual se identifica al Sionismo con las fuerzas ocultas del capital corporativo que busca imponer un Nuevo Orden Mundial. Estas fuerzas ocultas se corporizan según las diferentes versiones en organismos ora reales, ora fantasiosos. Entran en esa "revelación" tanto la Trilateral Comission y el grupo Bilderberg, como la Gran Logia masónica de Londres, los Illuminati y otros, retrocediendo, en algunos casos, hasta sectas sacerdotales del antiguo Egipto, de Sumeria y la siempre oportuna intervención extraterrestre.
Sin embargo, el elemento común en el que todos hacen eje al describir la formación del Capitalismo moderno es en su reducción última al poder de unas cuantas familias de banqueros con la todopoderosa familia Rothschild ocupando la punta de la pirámide. Es con este pretexto que consiguen infiltrarse entre muchos grupos -radicalizados por el trauma del 9/11 y sus desastrosas consecuencias bélicas y financieras- los propagandistas del viejo antisemitismo al estilo de los Protocolos de los sabios de Sión. Posando como antiimperialistas pueden aparecer antiguos publicistas del catolicismo pre-conciliar de la vieja revista "Cabildo" y otras alimañas por el estilo. Lo preocupante es que entre los columnistas de algunos de estos sitios figuren reconocidos intelectuales "ultrarevolucionarios", como James Petras, legitimando a los lunáticos con los que cohabitan.

Posiblemente haya buenas razones para creer que en los traumáticos acontecimientos del 9/11 hubo connivencias y ocultamientos (todavía no encontré una razón plausible para la implosión del Edificio 7, siendo que no recibió impacto alguno). Si fue un montaje armado para justificar la posterior "Guerra Preventiva" contra Irak y el "Patriot Act" para el control interno y si en ello tuvo parte el Mossad me parece bien que se insista hasta dejar al descubierto el complot. Y si de ello resultase una merecida condena a la política seguida desde hace tiempo por Israel y el Sionismo hegemonizados por la derecha, estaré entre los acusadores.
Pero lo inadmisible es pasar a una visión conspirativa de la Historia en general. No sólo por las ya experimentadas consecuencias trágicas a las que conduce la pedagogía del odio. Sino por lo que significa como desviación de los esfuerzos por resistir y superar el Capitalismo como sistema de darwinismo social (esa traducción bastardeada como "supervivencia del más apto" de la Naturaleza a la Sociedad).

Lo que Marx había valorado de la  obra de Darwin era la capacidad de reconocer las fuerzas impersonales en juego en la Evolución natural prescindiendo del recurso a intervenciones subjetivas Divinas. Del mismo modo trataba Marx a los factores intervinientes en el desarrollo histórico. aún cuando la subjetividad (humana, en este caso) se pensase dirigiendo procesos cuyas condiciones no podía elegir. Para ser más concreto: si desde fines de los '70 se impone el predominio del Capital financiero sobre el industrial no es por una maquinación perversa de los Rothschild o los Rockefeller. Para ello era necesario que el modelo de posguerra llegase al límite de la tendencia a la disminución de la tasa de ganancia. Economistas marginalizados como Adolf Kozlik (El capitalismo popular y El capitalismo del desperdicio, Ed. Siglo xxi) lo venían advirtiendo desde fines de los '60. Como bien señala John Brown, "Las teorías de la conspiración legitiman el orden establecido al criticar sus perversiones explicables en términos de intenciones subjetivas, pero dejando libre de toda crítica sus estructuras". Y consagran, de paso, la impotencia de quienes resisten a un Poder concebido así como sustancia (en lugar de lo que es:  una correlación de fuerzas), en las todopoderosas manos de una élite olímpica e inalcanzable.
La resistencia, de este modo, se desperdiga en una serie de sectas aisladas, al estilo de las sectas gnósticas  de principios de la Cristiandad, cada una con su "revelación" apocalíptica. ¿Será sólo por coincidencia que la industria cultural norteamericana viene regodéandose en libros, películas y documentales con toda suerte de historias conspirativas, proféticas y apocalípticas? ¿o será el conveniente "zeitgeist" de la época, que favorece una práctica política infantilizada e impotente?.
La nota para la que se me encargó dibujar la idea del título ya no está visible en el incomprensible archivo del diario. Había interesantes reflexiones sobre el "cristinismo" como "posperonismo" aportadas por Fidanza y por Horacio González. Por lo tanto prefiero remitir a los buenos posts de Abel y de Ezequiel. Ambos rodean los riesgos implícitos en la hegemonía ejercida por la Presidenta en la confección de las listas de candidatos. Estoy de acuerdo en que este panorama refleja las relaciones de fuerza  o la popularidad actual mensurable en las encuestas al día de hoy. O -como dice Abel- ejerce esa hegemonía porque puede. De acá a Octubre se verá si hacerlo fue lo más prudente. Especular mas allá de esto no sería serio de mi parte, aunque mis dudas personales carezcan de relevancia pública.
Los últimos dos meses y días no me sentía con ganas de opinar sobre los temas conflictivos en danza. Pero los dibujos se iban acumulando, así que, al menos por un tiempo, voy a actualizar con más frecuencia, aunque con un mínimo de palabras (si es que tal cosa me sale).

Esta ilustración para el diario "Río Negro" me fue encargada así como se ve. Me sentí impresionado. Para mí esto era un signo de que el relato norteamericano estaba perdiendo toda credibilidad, incluso para sus amigos.

Dejando de lado las teorías conspirativas sobre las varias muertes previas de Bin Laden, los sucesivos cambios en el informe oficial, la supuesta disposición del cadáver en el mar y la negativa a mostrar evidencias de su muerte le han sustraído a ésta el sentido de realidad. Para las reglas discursivas de los "media", esa muerte es un "no acontecimiento".

El último clavo en el cajón lo puso la frase de Obama de que "se ha hecho justicia". Si bien un país poderoso puede gozar de ciertos "privilegios" -como no someterse a la Corte Internacional, invadir otro país independiente sin pedir permiso para matar a un hombre desarmado y llevarse el cadáver- por lo menos no se lo llama "hacer justicia". Se piden disculpas y se pretende invocar justificativos circunstanciales.

Fue transparente de inmediato que la orden había sido no llevar vivo a un prisionero que pudiera contar incómodos hechos de la pasada relación mutua si era llevado a juicio. Como el establishment norteamericano lo ha probado ya varias veces (Hussein, Noriega, Mubarak) su falta de lealtad hacia sus aliados dictatoriales y truhanes es desvergonzadamente cínica. Están avisados.
La extradición de Julian Assange para ser juzgado en Suecia marca el inicio del fin de lo que podríamos llamar el "período romántico" del ciberactivismo. El sueño de una sociedad perfectamente transparente, libre de negociaciones diplomáticas secretas, donde la gente tenga todos los datos que pueden afectar su vida, no es alcanzable.

Desde el Affaire Dreyfuss, el daño que puede hacer la política secreta y engañosa fue expuesto de una vez y para siempre. Sin embargo, los intentos de poner fin a estas prácticas han fracasado una y otra vez.

Cuando los bolcheviques llegaron al poder en 1917, denunciaron los pactos secretos acordados entre los aliados del Zar que hallaron en los archivos. Esto expuso a la luz pública el Tratado Sykes-Picot, por el cual Gran Bretaña y Francia acordaban repartirse los despojos del Imperio Turco una vez finalizada la Gran Guerra. Fue evidente, entonces, que los británicos no cumplirían con las promesas hechas anteriormente tanto a los árabes como a los judíos. Planeaban, en cambio, manipular las aspiraciones de ambos pueblos; y así lo hicieron. Exponer la verdad no impidió a los funcionarios del Imperio Británico seguir adelante con sus planes. Peor aún, los propios bolcheviques recurrieron a pactos secretos cuando necesitaron obtener una mejor posición ante la entrega de Checoslovaquia en manos de Hitler. Así, el pacto Molotov-Ribbentrop preveía la división de Polonia en sus cláusulas secretas.

Cincuenta años más tarde la política de Gorbachov de Glasnot (transparencia) condujo a la sociedad soviética al colapso. Cuando la realidad es repugnante, la transparencia puede ser insoportable.

El otro aspecto de la transparencia experimentado por Assange fue la ambigua posición todavía detentada por los Medios de Comunicación tradicionales. El enorme volumen de aburridos informes de embajadas que obtuvo, reclamaba un trabajo de selección y contextualización antes de poder ser publicados. Esto, a su vez, lo llevó a entrar en conflicto con los diarios a los que se había asociado para esa tarea. Ninguna selección puede evitar la opacidad, puesto que cada Redacción tiene su propia agenda. La Paranoia es el otro nombre de la Transparencia.

La paradoja final de la detención de Assange es que -pese a toda su obsesión paranoide- fue engañado fácilmente por una posible agente de la CIA, para caer por una acusación de violación difícil de creer, en el curso de una relación sexual consensuada. Como dicen los franceses: cherchez la femme.

Desde mediados de 2010 el gobierno cubano puso en marcha  una serie de medidas económicas encaminadas a mejorar su baja productividad. El objetivo es despedir medio millón de empleados estatales hasta Abril de este año y más de otro millón antes del próximo año. Se espera que buena parte de esos ciudadanos pasen a engrosar el sector de cuentapropistas y microempresas, para lo cual también se ha lanzado una serie de medidas destinadas a facilitar el crecimiento de este sector de la economía, mal visto oficialmente hasta ahora. 
¿Es este el comienzo de una especie de  NEP a la cubana? Puede esto llevar a la creación de una clase media con su propio partido político? ¿Será logrado el objetivo de dinamizar la economía cubana sin ceder el poder como en China o terminará todo esto en un baño de sangre como en la Rusia estalinista?
El artículo para el que hice esta ilustración no da muchas pistas acerca de los detalles. En cambio se puede encontrar muy buena información (en inglés y castellano) en este blog (aquí, por ejemplo, el régimen impositivo anunciado).
La experiencia previa (durante el llamado "período especial" tras la pérdida del subsidio soviético) con el trabajo por cuenta propia en Cuba, mostró un montón de obstáculos planteados a las personas que se aventuraron (estamos hablando de personas que hacen reparaciones de televisores, venta de pizza y demás); desde la condena moral hasta no permitir la importación de insumos, etc.
Por otra parte, la Iglesia Católica en Cuba trata de ayudar a la aceptación social de los "empresarios" con una postura sugerente: "No tener miedo a la riqueza" . Particularmente me gustó esta frase:
el mal no está en la riqueza o en la pobreza sino en el modo de vivir estas realidades
Me pregunto cómo habrán sido las discusiones teológicas sobre esto. Pero el punto de partida es tan bajo y las restricciones de impuestos progresivos tan draconianas que parece prematuro asustarse por la pronta aparición de "nuevos ricos".
Creo que el lío de la economía "socialista" de Cuba no pudo ser imaginado por el viejo Karl Marx, quien pensaba al Socialismo como la estación de llegada de un Capitalismo desarrollado, no como una burocracia estatal que todo lo abarca y en la cual el Estado se volvió el principal obstáculo para el desarrollo de la las fuerzas sociales. 
Le deseo suerte a este pueblo hermoso y paciente que, en su mayor parte, mantuvo su lealtad a las esperanzas puestas en la Revolución, a través de 50 años de penurias.

 La crisis de los misiles de Cuba en 1962 puede ser vista como el punto de inflexión que marcó la coexistencia en el marco de la Guerra Fría y el reparto del mundo hasta la caída del muro de Berlín en 1989. Pero algunos de los rasgos de ese mundo perduran hasta hoy.

Mientras algunas áreas fueron reservadas a la intervención de cada una de las dos súper-potencias, otras -las ex-colonias de África y Asia- quedaron como tablero abierto al juego geopolítico.

Los países árabes y/o islámicos (la "Umma") cambiaron de uno a otro lado sólo para ser decepcionados y manipulados una y otra vez. Así, la URSS aduló al "Socialismo  árabe" del nacionalismo militar "a la Nasser" (un bonapartismo progresivo, según el lenguaje trotskista, en el mejor de los casos). La falsa información de Inteligencia provista a Nasser (que Israel estaba por invadir a Siria) lo ayudó a precipitarse en el abismo de la guerra de 1967. Anwar el-Sadat tomó nota de esto y expulsó a los asesores militares soviéticos antes de lanzar la ofensiva de 1973 con el objeto de recuperar el "honor árabe" perdido. Haciéndolo, se ganó el derecho a firmar el reconocimiento de Israel con dignidad y a recibir su cuota de ayuda financiera de sus nuevos patrones norteamericanos.

Repentinamente él y otros dictadores pasaron a ser vistos como "democracias fuertes". Los grupos radicales islamistas -alguna vez cortejados como socios en la lucha contra el comunismo- se volvieron despreciables obstáculos fanáticos, fuente de terrorismo y hombre de paja para justificar el sostenimiento de regímenes corruptos y opresivos.


Ahora, ese montaje ha sido sacudido por una nueva generación harta de esta siniestra comedia. Sus demandas son vagas en términos políticos pero pragmáticas respecto de sus vidas diarias: quieren libertad de expresión, trabajo y tener una palabra en la conducción de los asuntos públicos. Por encima de todo, demandan el fin de la hipocresía y un sentido de Realidad.