El golpe de Estado en Honduras trae a la memoria los fantasmas de una era siniestra y representa una amenaza que -de permitirsele prosperar- puede encontrar imitadores entusiastas en varios países de la región. Particularmente en aquellos donde los procesos políticos en curso generan resistencias de los grupos privilegiados hacia gobiernos con veleidades transformadoras. Por eso la respuesta ha sido rápida, unánime y activa. Incluso aquellos menos involucrados en esa dinámica, como Colombia y EE.UU. han sido muy prudentes en no romper el consenso. Hay que valorar como se debe el anuncio del gobierno norteamericano de que no recibirá emisarios de los usurpadores y sí al depuesto presidente Zelaya. Los golpistas se encuentran en un aislamiento creciente.

Sin embargo, no han faltado las voces de los "defensores de la Libertad" incapaces de disimular lo acomodaticio de su principismo. Los ejemplos clásicos: el niño Alvaro y el niño Andrés. La causa del golpe, para ellos, es la infección chavista que incita a presidentes poco republicanos a buscar su reelección. El pequeño detalle que los molesta es que los golpistas olvidaron recurrir a los pasos constitucionales previstos, como el juicio político. Los grandes denostadores del maquiavelismo leninista -que tanto repudian que "el fin justifique los medios"- han decidido que no es tan malo, después de todo, comerse al caníbal para terminar con el canibalismo.

Por nuestra parte creemos que -si bien la alarma general está plenamente justificada- no debemos sorprendernos de que el paso en falso de las Derechas impacientes haya sido dado precisamente en Honduras. Este país -tradicionalmente dominado por la United Fruit Co. como varios de sus hermanos centroamericanos sufrió más que ningún otro una operación de "rediseño" completo durante la era de Reagan. Sus fuerzas armadas fueron organizadas y pertrechadas como una suerte de "portaaviones terrestre" para servir de base a la contrainsurgencia mercenaria en su larga guerra de desgaste contra el Sandinismo nicaragüense y el Frente Farabundo Martí salvadoreño. Varios de los militares entrenados en la Escuela de las Américas están ocupando cargos de "asesores" detrás de los títeres civiles. Y no casualmente la constitución restrictiva que Zelaya estaba tratando de modificar fue proclamada en 1982. Entre otras lindezas impone un período presidencial único de cuatro años y la práctica imposibilidad de convocar a un referendum o introducir una reforma constitucional. La perfecta Era del Hielo. Queda por ver cuánto tiempo podrán los golpistas detener por la fuerza las rajaduras abiertas ahora.

Comments (2)

On 8/7/09, 1:25 , Bruno Bauer dijo...

Esta vez el dibujo salió impecable. Del resto, no me sorprende lo de Vergas Llosa y Oppenmarket, aunque hay formas más hábiles de explicar un golpe de Estado desde la derecha (el "atávico autoritarismo hispánico", la "poca vocación liberal de las masas", etc...) sin comprometerse con una jugada que aún no se sabe cómo va a terminar.
Mas interesante es la confusión del capitaismo merdiático aquí: Primero, "¿eh? ¿Honduras? allá siempre se matan ¿no?"; segundo, condena al golpe (es el año alfonsinista, contra el autoritarismo K todos somos cívicos, Nunca Más); finalmente, "es una situación muy complicada, hay que estudiar el tema para opinar" (y trabajan de opinar). Ahora leo que Estados Unidos está soltándole la mano a Zelaya.
Honduras es el país más inestable de América Latina, entre 1930 y 1970 tuvo decenas de constituciones, golpes y gobiernos efímeros. Sinceramente, esperaba que un nuevo tipo de golpe, mas posmoderno, pero se ve que la aldea global y la "disolución del sujeto" no han modificado las viejas aramas de la derecha. Sólo la izquierda corre a ponerse al día con el posmarxismo, la derecha no conoce el posfascismo. Saludos.
Aprovecho para saludar a Robert Mcnamara, que descanse en la gloria.

 
On 8/7/09, 4:32 , Bob Row dijo...

Acá, entre nos, tampoco soy devoto de los aristócratas que de un día para el otro descubren la luz en el camino de Damasco. No creo que Zelaya pueda volver a la presidencia. Lo fundamental para curarnos en salud es que los golpistas tengan que poner fecha de salida inmediata y despierten ilusiones en potenciales imitadores.
En cuanto a mi tocayo imperial, lo único envidiable que tenía era el jopo. Un abrazo.